Por P.D.
“¡Con razón!”, esa es la primera frase que me surgió al buscar información sobre esta editorial española, que es tan hermosa. ¿Por qué? Porque sus fundadores, en octubre de 2005, fueron nada más y nada menos que Jacobo Siruela –alma mater de la editorial homónima-, y su esposa, la periodista Inka Martí. Así que era de esperarse el resultado de sus ediciones: catálogo selecto, traducciones exactas y textos maravillosos. No hay más que hojear cualquiera de sus libros para darse cuenta de su calidad, no sólo por lo que eligen para editar, sino también por el diseño y forma de sus libros. Hasta el modo en el que están divididas las colecciones es conceptualmente envidiable. De este modo, Atalanta (denominación creada a partir del antiguo mito griego), está representada por tres colecciones que simbolizan la brevedad, la memoria y la imaginación.
Las 3 colecciones son:
Ars Brevis: presenta obras breves con prólogos largos, abarcando toda época y lugar, plasmando la esencia literaria del autor con la mayor intensidad posible. Se incluyen en ella autores como Joseph Conrad, Apuleyo, H. G. Wells, D. H. Lawrence, Iván Turguéniev, Thomas De Quincey Oscar Wilde, Alejo Carpentier.
Memoria Mundi: recupera la memoria del mundo que se extiende a través de veinticinco siglos. Grandes libros asiáticos, civilizaciones perdidas, joyas olvidadas. En ella se encuentran autores como Peter Kingsley, El libro de los cambios, El gran duque de Alba de William S. Maltby, Universos paralelos de Michio Kaku o Cosmos y Psique.
Imaginatio Vera: representa el lenguaje de la poesía, los mitos, las antiguas visiones metafísicas y las experiencias visionarias. Incluye autores como Patrick Harpur, James Hillman, Michael Maier o Max Ernst.
Encontré un artículo (publicado en El País Semanal) con una suerte de decálogo sobre lo que Jacobo Siruela considera que debe ser una editorial. Sinceramente, lo ha logrado cumplir a la perfección. Sus palabras no tienen desperdicio, por eso aquí se las transcribo:
Lo único estimulante hoy es tener la suficiente libertad como para hacer todo lo contrario de lo que marcan los hábitos y pautas editoriales del último cuarto del siglo pasado. Es decir:
— Hacer pocos libros en lugar de muchos. Se trata de elegir, no de abarcar.
— Dedicar todo el tiempo que requiera cada uno de los libros en su realización, en lugar del menos posible ‚ porque es más rentable.
— No seguir las pautas del mercado, sino intentar adecuar al mercado tus propias propuestas.
— No buscar nada nuevo ni original en el diseño, sino algo auténtico y perdurable. Lo nuevo es lo que antes envejece.
— Tratar de buscar belleza, es decir, armonía de formas y colores, frente al relativismo (un poco gregario) de las estéticas instantáneas.
— ¡Guerra al plástico! Es un material anticuado y desagradable. Las encuadernaciones plastificadas son una rémora del siglo pasado. El plástico representa el triunfo de lo funcional frente a lo sensual. Y la sensualidad es el mejor acompañante de lo intelectual.
— Revindicar la encuadernación en papel, un material más acorde con el sentido del tacto. Estudiar a fondo todos los problemas que esto puede producir para la durabilidad del libro.
— Estudiar que el libro pueda abrirse perfectamente en las manos. (Lo contrario es una descortesía elemental con el lector).
— Cuidar al máximo las tipografías, interlineados, espacios blancos para los dedos, tamaño de la letra, etcétera. Son los fundamentos para un buen uso del diseño.
La verdad es que Jacobo Siruela, sabe mimar sus Editoriales y sacar unas ediciones que son un lujo.
Los libros de Atalanta han ido perdiendo… a veces el texto está tan concentrado que para leer hay que tener vista de chaval y no todos lo somos.