Les presentamos una crónica que integra el libro de Federico Lorenz, Fantasmas de Malvinas. ¡Que la disfruten!. EC Editora
Hace dos días que llegué a Malvinas. La primera sensación fue la de un clima hostil: un viento inclemente que castiga a quienes se atreven a caminar por las calles desiertas de Stanley al atardecer. Así es, y así hay que escribirlo, y así aparecerá en el resto de estas páginas: «Stanley». Porque Puerto Argentino, o Puerto Rivero, como Crónica lo bautizó brevemente en los días iniciales de la guerra de 1982, y antes que ese diario, «Los Cóndores» de 1966, es el espejo roto en el que aún no queremos mirarnos.