Por P.B.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
Así empieza esta novela, y así termina. Empieza. Explota. De una.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
Ritmo y más ritmo, vértigo puro. Peleas, muertes, odios, persecusiones, cárcel, códigos, quebrantamientos, venganzas, fierros, más fierros, y mucha violencia. Y amor.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
Leonardo Oyola construye un relato extraordinario, lleno de giros, de idas y venidas, repleto de acción, con un manejo del lenguaje exquisito, preciso y filoso como sus personajes. Lenguaje carcelario, tumbero.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
El Perro Ovejero y el Pastor Noé son dos delincuentes que se conocen en la cárcel y protagonizan este libro, en donde comparten peleas, robos, matanzas y odio. Y uno traiciona al otro. Y se persiguen, y se encuentran….
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
Y en el medio, historias de ellos. Del Perro, con Julia y su amor, con su padre y los frentokis, con sus autos, motos y cualquier cosa que lo haga «poner en blanco», en el Mogambo, un puterío a donde se vuelve y se vuelve. Del Pastor, con brujas, con su Iglesia.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
Una novela que hace bailar. Hay música por todos lados, desfilan Bruce S., los Guns, Bersuit, Lebón, Metallica, Pericos, Cadillacs, Turf, y muchos más, pero muchos, la música esta presente, siempre, en la cabeza de los personajes y le pone melodía a esta sinfonía de aceleración, amor, violencia y muerte creada por la mano de uno de los mejores narradores argentinos de la actualidad.
Nunca empiezan.
Explotan.
De una.
El año que viene la novela se publicará en Argentina, por Mondadori, y aconsejo seriamente leerla, porque cuando empieza, explota, de una.
Por lo que decis dan ganas de leerlo…al ritmo del calor, al menos.