Por P.
Las lecturas para el verano suelen ser, por lo menos en mi caso, las más importantes del año. De hecho, yo me hice lector -lamentablemente en forma tardía- en un verano, y por casualidad.
Me iba a la playa por unos días y para impresionar a las chicas, compré un libro de Kafka, una edición de Andres Bello, con la Metamorfosis, El Castillo y El Proceso. Al único que impresioné fue a mí mismo, recuerdo que volví deprimido de mis vacaciones, sin poder salir de ese mundo kafkiano.
De más está decir que ese verano terminé más solo que Hitler en el día del amigo, en Israel.
Pero bueno, ese es tema para otro post. Decía que las lecturas de vacaciones son las más importantes del año para mí, y creo que es porque leo de manera más sistemática y menos fragmentaria. Leo mucho mejor. Sin apuros, sin voracidad, aunque por momentos soy una máquina de leer en vacaciones.
Durante el año, muchas veces me encuentro leyendo para terminar un libro, a los apurones. Quiero terminar rápido con uno para poder leer otro que llamó mi atención (no olvidar que «vivo» en una librería, los libros me gritan unas cuantas horas por día), o por la razón que fuere.
En cambio, en vacaciones no estoy contaminado por ese griterío, y voy leyendo los libros que elegí cuidadosamente antes de partir. Me tomo mi tiempo. Me convierto en un egoista de mi futura lectura, y lo disfruto. Paso horas y horas recorriendo librerías (ahora no tanto), o intentando recordar algún libro en el tintero de mi mente, o pensando si me gustaría releer algún libro. No consulto con nadie. Comienzo a hacer listas mentales, y las cambio muchísimas veces antes de llegar a una conclusión. Y me termino llevando aproximadamente el doble de libros que podría leer para poder tener la libertad de dejar un libro, si no me convence.
Pero este año voy a cambiar. Me voy a dejar tentar por un ofrecimiento que me hizo alguien que me gusta mucho como lee. Me dijo que me va a confeccionar una lista con libros que cree me van a gustar, mezcla de su gusto personal y de lo que conoce de mi personalidad. Estuve a punto de rechazarla, pero finalmente acepté, me pareció tentador y renovador.
Veremos que resulta. Igualmente, y esto no se lo voy a decir, me llevo un par de libros escondidos en la valija.
Me olvidaba: a cambio de su lista, yo le tengo que confeccionar una. Imagino que tendrá un verano luminoso.
En estos días, iremos subiendo posts con libros para leer en el verano, o para orientarse para regalar, por edades o niveles de lectura.
Fotos: Ernestina Anchorena
Yo también me hice lector (de adolescente) en un verano y medio de casualidad, pero con uno de los Trópicos de Henry Miller.
Pongan las listas así podemos sacar títulos.