Silvina Friera, excelente periodista, leyó Vagón Fumador y así lo cuenta en Página 12:
De la bronca inicial por el confinamiento en peceras o en mesas al aire libre –congelados en invierno, incinerados bajo el sol en verano–, los fumadores despuntan el vicio, penalizado por una sociedad que sobreactúa su redentora epifanía “libre de humo”, con ese inquietante goce que proporciona “lo prohibido”. Los cigarrillos se disfrutan en los márgenes, en los rincones, a escondidas; un placer emparentado en cierto modo con la soledad del que lee. “Escribir es para mí un acto complementario al placer de fumar”, dijo André Gide. Amantes de la pipa, los puros y la nicotina, muchos escritores han dejado un atado imperdible de relatos humeantes. El peruano Julio Ramón Ribeyro, en Sólo para fumadores, confesó que cuando ya no pudo comprar cigarrillos tuvo que cometer “un acto vil”: vender sus libros más queridos, aquellos que arrastró durante años por países, trenes y pensiones. “‘Este Valéry vale quizás un cartón de rubios americanos’, en lo que me equivoqué, pues el bouquiniste que lo aceptó me pagó apenas con que comprar un par de cajetillas. Luego me deshice de mis Balzac, que se convertían automáticamente en sendos paquetes de Lucky. Mis poetas surrealistas me decepcionaron, pues no daban más que para un Players británico.” Poco a poco, Ribeyro se fue desprendiendo del teatro completo de Chéjov, de Flaubert, hasta que sus libros se habían hecho “literalmente humo”. Vagón fumador (Eterna Cadencia), antología de relatos sobre el tabaco que incluye textos de Mario Bellatin, Daniel Durand, Elvio Gandolfo, Alberto Laiseca, Hebe Uhart, Daniel Link, María Moreno, Alejandro Zambra y Fernando Pessoa, entre otros (compilada por Mariano Blatt y Damián Ríos), pone en escena las relaciones que fumadores y no fumadores tienen con el acto de fumar.
Hermosa nota¡¡
Hoy Fernando Pérez Morales recomendó Vagón fumador en Abrí los ojos, el programa de Radio Metro.