Entrevistada ayer en Clarín por Gabriela Cabezón Cámara, Naty Menstrual, autora de Continuadísimo, deja caer frases con toda la fuerza de una gravedad filosa y trash. Imperdible:
«Yo», empieza y no será fácil saber si se refiere a sí misma o a su estilo literario, «soy como una cosa arltiana reciclada y travestida». ¿Por qué arltiana? «Por los personajes oscuros, grises, la cosa urbana», explica ella, que dice haber nacido «bajo un empedrado viejo», a fines de los ’90 y en San Telmo: el barrio y los años en que comenzó a travestirse y se bautizó Naty Menstrual, su «segundo nacimiento». Del primer nacimiento no quiere decir nada. Ni la fecha en que ocurrió -aunque a ojo anda entre los 35 y los 40 años- ni el nombre que le dieron.
«El travestismo», tema de la mayor parte de los cuentos de Continuadísimo, «fue lo que la vida me dio. Es una experiencia fuerte, fue un quiebre. Y tuve avidez de contar esas cosas. Cuando tuve que releer los cuentos obligatoriamente, yo misma decía qué bestial, hay frases que ni recordaba haber escrito. Claro que eso está en mi libro, pero los que busquen porno no lo van a encontrar. En muchos cuentos ni siquiera hay sexo». Cierto: el que busque va a encontrar lujuria y crudeza, sí, pero tramadas con profunda humanidad y mucha inteligencia.
¿Próximos libros? Una novela de la que prefiere no dar detalles y otro de cuentos: «Se me ocurrió inventar leyendas. Tengo en la cabeza una de un viento que, cuando viene, hace que uno de los bebés de todas las mujeres que están embarazadas en el pueblo sea marica. Y se arma un revuelo bárbaro, es como un designio maligno, la maldición del puto. Cada vecina desea que el marica sea el de la otra y todas las mujeres comienzan a desear parir mujeres, aunque preferirían varones: antes que un puto mejor una hija».