Por P.Z.
«Alguna vez sentiste que un
libro te hablara sólo a ti»
I
Robots, superhéroes, peces, perros, autos. De todos los personajes que abundan en las películas infantiles hay uno que logra destacarse. Desde La historia sin fin hasta Desperaux, quien abre la puerta de la fantasía, quien ayuda descubrir nuevos mundos, quien acompaña el crecimiento personal es: el libro.
Aunque las dos referidas antes que películas fueron libros, no hablamos específicamente de esas (que hay en cantidades), ni tampoco de aquellos libros que nacieron pensados para ser filmados (que también los hay en cantidades… y se nota), sino de aquellas películas que toman al libro como figuran central. La historia viene desarrollándose de cierta manera hasta que el protagonista, generalmente un chico aunque también puede ser un ratón o una lechuza, se encuentra con un libro y ¡zas! todo cambia.
II
Hay una historia maravillosa (o bizarra, depende del cristal del lector de esta columna) del marketing argentino, que refiere Julián Gallo. Roberto Goizueta, ex director de Coca Cola, alguna vez le preguntó a sus colaboradores: «¿Cuál es nuestra participación en el estómago del cliente?». Es decir: de todos los líquidos que una persona puede tomar, cuánto corresponde a Coca Cola. Esa pregunta supone una competencia fenomenal: Coca Cola compite contra todos los líquidos, no solo Pepsi, sino también con el té, con el café, con el vino, incluso con el agua.