Julián Gorodischer recupera Fantasmas de Malvinas en Página/12:
«¿Se puede volver a un lugar donde nunca se estuvo?». La primera línea de Fantasmas de Malvinas, de Federico Lorenz, anuncia una prosa libre de barniz didáctico, no alcanzada por la efemérides que se cumplió el jueves (ocasión siempre proclive para canonizar sucesos o personajes). Este cronista que vuelve no está legitimado por la experiencia del ex combatiente, pero pretende para sí su pasión al narrar. Tendrá que poner el cuerpo en presente a riesgo de pasar por anacrónico. Será arqueólogo desafiado a emocionarse con los restos perdidos de una guerra. «Viajar es volver a aquellas luchas», dice, sin haber peleado. El relato sobre Malvinas, entonces, se enrarece; desconoce la frontera del pasado; vincula lo real y lo imaginario, arrojándonos a un agujero en el tiempo en el que las luchas siguen ocurriendo incluso en el banal encuentro del cronista con el empleado inglés de aduanas. En ese contexto, el no ex combatiente podrá ser “tocado” por su objeto.
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El libro de Lorenz trasciende a Malvinas en la medida en que convierte en reflexión nuestro modo de relacionarnos con el pasado y con el presente. Sus preguntas van más allá del suceso puntual y nos llevan a cuestionarnos qué consumimos en los museos y cómo articulamos nuestros saberes sobre el mundo. Explicita las dificultades de la concreción exitosa de la crónica, y pone en cuestión el modo en que nos acercamos a lo real, cómo conocemos, qué verdades asumimos como relatos oficiales.
Foto: P.Z.