Entrevista a Damián Tabarovsky
por P.Z.
[Primera parte]
La nueva novela de Damián Tabarovsky, Autobiografía médica, acaba de desembarcar en las librerías argentinas. Arreglamos una entrevista para hablar de ella, pero como se verá, con Tabarovsky es imposible hablar de un solo tema. Generoso en las respuestas y con una velocidad prodigiosa para pronunciar una palabras tras otra (que puede convertirlo en la pesadilla de cualquier desgrabador; lo digo por experiencia), cuarenta minutos es un tiempo más que suficiente para hablar de Autobiografía, pero también de sus otras obras, de la idea de literatura, del populismo elitista, de su próximo proyecto, etc.
La entrevista, que publicamos en dos partes, no sigue un orden preciso. Los temas avanzan, retroceden, saltan. Un caos que parece asemejarse al desorden que domina las publicaciones de las novelas de Tabarovsky.
– Esta edición de Autobiografía médica es la primera en Argentina -dice Damián-. Yo firmo contrato con el grupo Random House Mondadori en España. La Autobiografía médica -con La expectativa pasó lo mismo- sale en un sello que se llama Caballo de Troya, que dirige Constantino Bértolo. En Argentina y en México sale por Mondadori. Acá me pongo a disposición de Luis Chitarroni. Podría haber salido antes, podría haberle pedido a España que presionara para que salga mi libro; yo, tranquilo: me da igual que salga antes o después. Acá entro a la cola de todos los libros argentinos. Salí un año y medio después que la edición española.
Hay un gran desorden con mis libros. Con La expectativa pasó una cosa muy curiosa: salió antes la traducción al francés que la edición en Argentina. Salió en francés, la presenté en Francia, y recién después salió en Argentina. La Autobiografía médica ya salió en griego y recién salió en Argentina. También se está traduciendo al francés, al ruso y al alemán. Cuando fue lo de La expectativa, que había salido en España, salieron todas las reseñas, buenas, malas, lo que sea, y un año y medio después en Argentina. Al principio me sentía un poco perdido, pero después le empecé a tomar el gusto al desorden y ahora lo valoro. La idea de que un autor -en este caso yo- no tiene control sobre su obra.