La Revista Ñ publicó el sábado una breve nota sobre Fabio Morábito, autor que este mes presentamos en la editorial:
Muchas son las cosas por las que Fabio Morábito es narrador y también poeta. Pero no sería errado pensar que este autor mexicano tuvo su primer encuentro con los libros en un lugar mítico: en esa Alejandría (Egipto) que lo vio nacer a él en 1955 y también vio nacer a una de las maravillas del mundo antiguo como fue la legendaria biblioteca. No podría ser de otra manera: tenía que escribir, o al menos ser un obsesivo lector. Hijo de padres italianos, el joven Morábito pasó su infancia en Milán y luego se instaló en México a los 15 años. Quienes no lo conocían hasta ahora, llegó el momento: salen dos libros. Al tiempo que la editorial Anagrama anuncia que por estos días lanzará su primera novela, Emilio los chistes y la muerte, Eterna Cadencia ya distribuyó La lenta furia, una colección de relatos publicados originariamente en 1989. La novela narra la relación entre un niño de doce años que tiene un exceso de memoria y una mujer de cuarenta que quisiera olvidarlo. Ambos personajes, atención, se encuentran en un cementerio. Deseo, sexo y una bildungsroman que subvierte sus elementos. La lenta furia, en tanto, reúne nueve cuentos en los que la sucesión de imágenes, ideas y la propia musicalidad de su estilo tienden a erizar la piel de quien sostenga en la mano un ejemplar. El primer relato, “Las madres”, resulta una estremecedora pesadilla edípica: madres desnudas de compañeritos de escuela que aprisionan a sus presas entre hambre y sexo. ¿Un Cronenberg hijo de la chingada? Puede ser.