Sobre la conferencia de Henning Mankell en la Feria del Libro.
Por P.G.
Aunque tentado, me rehusé al aparatito para escuchar la traducción, como invitando a mi acrisolado inglés a pedir una carta más. Joven, bella y sueca muchacha me tiende un pequeño volante de la embajada. Ella sonríe y pienso que me va a decir que “el asesino es el negro”, citando al “Bocha”, que era acomodador del viejo cine del pueblo y se vengaba de los que no dejaban propina. Pero no del todo descartada la anécdota, me permití una sonrisa para Mankell, que por esa hora bebería café detrás de una cortina, respirando cenizas de oxígeno que no cabían en los pulmones del séquito de asistentes de la embajada sueca.
Estado modelo, admirado en el mundo por su habilidad, convicción y sus altas aspiraciones. Conocido por su pasado forjado por feroces guerreros, fue una gran potencia europea en el siglo XVII, famoso por sus recursos minerales y forestales, sus inventos geniales, artículos eléctricos, coches, camiones y más artículos eléctricos indestructibles, todo lo inventaron los suecos. De los nueve millones de suecos, el ochenta y dos por ciento, pertenece a la Iglesia Evangélica Luterana. Y todo es hermoso, colorido, buenas aguas y buenas nieves.
Mientras esperábamos nos pasaron un videíllo con obras del fotógrafo suequito de moda y se me ocurrió que Mankell, tendría motivos más que suficientes para no vivir allí todo el año, donde el frío es realmente siniestro y hay cuatro horas de luz en invierno, la tasa de suicidios es casi la más alta de la Europa occidental y el índice de alcoholismo es tal, que uno debe lavarse la cara dos o tres veces antes de salir de la casa. Y hasta tal vez a esta altura a Wallander le hayan amputado ya sus miembros porque su jubilación no le alcanzaba para comprar medicinas y Linda sea una gorda empleada del registro civil de Ystad, ¿qué más? Todo más.
El Sr. “Profundidades” encalló en los fiordos de Akersberga con su barca y murió de hipotermia al caer al agua. O contrajo la gripe porcina en un viaje a México, ¿quién sabe? Solo todo esto puede ser real si el maestro sueco termina su café y se brinda al montón de señoras que lo esperan y que además odian celosamente a la hija de Bergman que lo desposó. Y yo, bueno, yo trato de no mirar a la multitud, pero es inútil, me rodean, me confunden con ellos. Son toreros debutantes, se orinan y se babean a la vez, esperando su trofeo o al menos una oreja, una lengua.
Ya hace casi dos meses que empecé a molestar a toda la comitiva editorial, al enterarme que vendría a la Feria Henning Mankel; me pregunté qué podría regalarle, un presente que uno se siente feliz de darlo y aun así nos estamos desprendiendo de algo. De entre el millón de estupideces, opté por una Guía de Aves de Argentina, le deben gustar los pajaritos –a mí me gustan mucho–, tiene pinta de naturalista, qué se yo. En la fotito de mi edición de La quinta mujer está despeinado y tiene cara de ornitólogo, ¿por qué no habrían de gustarle los pájaros? Al final no le regalé un corno, que me regale él; vivo soñando regalos copados, es bueno mientras dura. Además la guía está como a ciento treinta pesos, fué.
El toro apareció al rato, como trotando el escenario, reconociendo el terreno. Era más alto de lo que pensé, de mirada profunda y eso sí: cabezón. Muy cabezón. No le gustan los pájaros ni en pedo.
El hombre que vendió veinticinco millones de libros en el mundo, que al ser abandonado por su madre tuvo que crear una mamá ficticia a la que amar, y cuando encontró a la verdadera después de cuarenta años lo primero que escuchó de ella fue que tenía un terrible dolor de garganta. Fue amigo de Bergman, -feliz día del amigo, Ingmar, me caso con la nena-. De voz clara, acompañada por senda camisa “mandelísima” a tono, que si se mezcla con limón, se torna un tanto naturalista político y no me siento tan lejos de mis sospechas. El que se siente mucho más solo cuando hace frío nos habló de la importancia de la comunicación. En una isla de Maputo le dijo quién era a unos parroquianos; ellos, insorprendibles, le pidieron que bailara, así sabrían quién era el realmente.
Los niños son los verdaderos artistas para HM. Sería una forma de abandonarlos si no les contáramos más historias. Ellos pueden lograr que cualquier cosa: un auto, una botella. La imaginación es la herramienta. Aún para un tipo que vivió en un piso vacío de Estocolmo y escribía sentado en el piso, apoyado en la tapa del horno porque estaba calentito y tenía luz. La imaginación nos vuelve artistas.
Dijo que todos somos animales políticos, pero los verdaderos políticos son los taxistas. Ellos saben más de la economía de un país que los propios ministros. El calendario de lluvias nunca fue tan acertado y, por supuesto, saben mucho sobre Suecia, Malmö, Wallander… En todo el mundo es así. No existen secretos para las cocineras, allí se forja el destino de las gentes, en la calle.
Toda esa tormenta de imaginación lo llevó hasta Wallander, el hombre inquieto, ¿alguien se imagina a James Bond con diabetes? Pues eso es justamente lo que imaginó Mankell. Lo real, lo tangible, eso es lo que nos atrae a tocarlo y alojarlo en las entrañas. ¿Quién se preguntaba sobre la Suecia de Mankell antes del efecto Wallander? ¿Y ahora? ¿Cuanto más nos interesamos al respecto? El público crea una mitología sobre eso y se la cree, no logra otra cosa que engrandecer la figura del anti-héroe, el policía distinto, apadrinado por las sociedades frías y por un paisaje poco romántico, donde lo más parecido a una caricia es un café en una solitaria gasolinera de los bosques de Hamsberlaken.
Y parece que nuestro (anti) héroe volverá en breve con una nueva historia. Y también que Bush mismo podría haber escrito Macbeth, o que Darwin y Fitz Roy se pelearon a muerte hace algún tiempo por diferencias generacionales. Pero esos condimentos son para otro estofado que nos librara de las frías mañanas suecas y nos diera luego el sueño para seguir imaginando historias.
Adopto la idea de una lengua y dos orejas, para hablar menos, escuchar más. Tantas otras cosas quedan, pero me las guardo, para desempolvarlas en otra ocasión. Voy a recordarlo por un largo tiempo también, trataré de compartirlo con ustedes. Ah, me olvidaba: un cucharón de caldo para Paola, Caro y Martín, por eso.
En realidad Mankell dijo que Macbeth podría tener a G.W. Bush como protagonista, haciendo referencia a la eterna actualidad de la obra..
buenísima este relato sobre la visita de H.M.
me encanta tu estilo P.G.
no entiendo que dice ana sobre bush… pero no me parece que sea relevante…
lo lindo es cómo lo contás (sin pretenciones pseudo- intelectuales) y entendible para los lectores terrenales de H. M.
gracias!
Quería señalar que Mankell no dijo que Bush podría haber escrito Macbeth.
Lo que dijo fue que Macbeth es la mejor historia de crímenes que se ha escrito y que es tan actual que Bush bien podría ser uno de sus personajes.
Tal vez no tenga mucha relevancia, pero me pongo a pensar que quien googlee a Mankell y llegue aquí podría interpretar que ha comparado a Bush con Shakespeare y no fue así.
Eso era todo, sin malas ondas.
Saludos.
Original y divertida la mirada de este cronista.
Me rei mucho con vos PG con ese tono de P.Marlowe que tenes para contar e inventar los hechos…