Por P.Z. Fotos: Lucio Ramírez
Trata del oficio con que me gano la vida.
Stephen King, Mientras Escribo
Ayer por la tarde contamos con la presencia de Guillermo Martínez en Eterna Cadencia. El autor de las novelas Crímenes imperceptibles y La muerte lenta de Luciana B. conversó durante de una hora sobre su narrativa. Fue una charla amena en la que escritor y público consiguieron relacionarse con complicidad, y en ese diálogo surgieron las preguntas más interesantes.
Como Martínez, además de escritor, es matemático, con frecuencia se analizan sus novelas a partir de este dato. Lo primero que dijo, entonces, tuvo que ver con esto. “¿Qué pasaría si quitara de la solapa la información que soy matemático?” –se preguntó–. “Creo que hay un malentendido de que soy un matemático que un día se despertó y empezó a escribir. Publico desde hace 20 años y escribo desde hace 40”, dijo.
“En general, estamos acostumbrados a que cuando se habla de experimentos literarios, se habla de experimentos del lenguaje. Parece que todo lo que no sea experimento del lenguaje no rankea para ser considerado como un experimento”. Cada vez que mencionaba el argumento de una novela, lo hacía remarcando esa palabra: experimento. El experimento de hablar de la dictadura rompiendo clichés en “Infierno grande”, el experimento de trabajar con la idea del crimen serial en Crímenes imperceptibles, el experimento de escribir una novela policial después de Sherlock Holmes.
Unos años atrás, Martínez protagonizó un debate literario de cierta magnitud. Hubo algunos cruces que lo llevaron a escribir el artículo “Un ejercicio de esgrima” (incluido en La fórmula de la inmortalidad).
– Estuve toda la entrevista pensando en si hacerte o no la pregunta sobre “Un ejercicio de esgrima”. Pero cada vez que surge algo sobre estilo, parecería que en algún punto todavía seguís peleándote contra esa posición. ¿Puede ser?
– Es que esa posición es el pensamiento crítico único en Argentina desde hace… desde que yo empecé a publicar en Argentina. O sea: desde la revista Babel hasta ahora, de un mismo modo que hubo un pensamiento económico único, hubo un pensamiento crítico único. Me parece que recién ahora en esta nueva generación se están vislumbrando las limitaciones, y que hay otra vida más allá de estos nuevos clichés. Porque además tengo todo un artículo, sería una especie de “Ejercicio de esgrima II”, sobre los nuevos clichés de la crítica literaria, la mitología de la crítica literaria, los lugares comunes que se esgrimen desde hace 30 años para descalificar unas novelas en detrimento de otras. Me parece que cada vez que se habla de qué es un experimento, de qué es la tradición, de qué es lo novedoso versus lo original, hay muchas cosas para decir y, justamente, no se va más allá de estas dicotomías Boca-River. Y lo que yo trato de decir es: no se olviden de que existió Hegel, no se olviden de que en los años ’70 todos sabían lo que eran los conceptos dialécticos, no se olviden de que hay siempre un doble filo en todos los conceptos críticos.
[…] O sea: desde la revista Babel hasta ahora, de un mismo modo que hubo un pensamiento económico únic… […]
Estuve en la charla y realmente fue excelente. Lejos, Martínez es uno de los tipos que vale la pena leer hoy.