Llegaron novedades y reposiciones a la librería. ¡No te las pierdas!
Empieza el movimiento fuerte y la librería se mueve como un animal habriento. Esta semana llegaron muchos títulos nuevos y algunas reposiciones. Antes que nada, un consejo: vinieron pocos ejemplares de esos libros que estaban faltando, si te interesa alguno de los que aquí mencionamos no estaría de más apurarte a reservarlo. Sobre todo el de Pizarnik, que es una joya. O el de Levrero, que es otra. Y además: Gombrowicz, Truffaut, Padura. Este fin de semana no tenés excusa para no pasarlo acompañado de un gran libro.
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La condesa sangrieta, Alejandra Pizarnik. Ilustraciones: Santiago Caruso (El zorro rojo)
Lunes/XII/1968. ¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Por momentos sentía que me abandonaba totalmente e incluso después, al corregir, no sentía que cercenaba mi persona. Luego dejé de practicar esa escritura estimulante y clara y, asimismo, penosa (no debo olvidar que escribía unas diez horas por día). Pienso, ahora, que soy una pésima crítica de mis libros. Cuando hice el artículo de la condesa no supe que era tan bueno: tuvieron que llegar testimonios ajenos que lo confirmaran. Luego, en los artículos siguientes me mostré confusa y acaso mediocre (o, al menos, les sustraje esa suerte de magia o, simplemente, de belleza que amalgama el texto al que me refiero) pero insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca, después, volvió a sucederme algo parecido […] Uno de mis deseos es escribir una prosa como la de mi artículo sobre la condesa. Creo que la necesidad de interrumpir el exceso de profundidad –obligarme a detallar circunstancias externas de la condesa– me dio una libertad (y acaso una profundidad) que jamás me conceden mis propias fantasías, desligadas de todo detalle concreto. (De Diarios, de Alejandra Pizarnik, edición a cargo de Ana Becciú, Lumen: 2005.)
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Bacacay. Cuentos completos, Witold Gombrowicz (Cuenco de plata)
Este volumen se corresponde con el libro proyectado por el autor en 1957, para reagrupar los relatos de su primer libro polaco. Baracay forma parte de la Biblioteca Gombrowicz, al cuidado de Edgardo Russo, quien se publicar la obra completa de este Gombrowicz. Este año también sacarán Trans-Atlántico (en la traducción del mexicano Sergio Pitol), Curso de filosofía en seis horas y cuarto (traducido del francés por Silvio Mattoni), Cosmos (por Sergio Pitol) y Diario argentino (también traducido por Pitol). Para 2016 está proyectado la aparición de Peregrinaciones argentinas, Pornografía e Ivonne, princesa de Borgoña.
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Aquello estaba deseando ocurrir, Leonardo Padura (Tusquets)
El universo habanero de las novelas de Leonardo Padura ya es inconfundible, pero hasta ahora sus relatos nunca habían sido reunidos en un solo volumen. Sus cuentos son historias magníficas protagonizadas por soldados que vuelven de Angola a La Habana y recalan en Madrid -donde el azar los transportará al pasado-, o que al abandonar el país africano se sienten doblemente traicionados; por estudiantes seducidos por boleros y cantantes de antiguo esplendor; por solitarios que recorren La Habana nocturna en busca de un afecto, algún roce que, paradójicamente, los transforma en monstruos; por personas que sueñan con ser escritores; y por tantos cubanos que se embarcan, desesperados, rumbo a Miami… Estos relatos, que rezuman amor y mucho erotismo, nostalgia y amistad, nos introducen en la atmósfera caribeña de una ciudad llena de vidas por contar.
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Las películas de mi vida, Francois Truffaut (Cuenco de plata)
Una nueva traducción Las películas de mi vida, la antología de Truffaut publicada en 1975 bajo el título de “Les Films de ma vie” por la editorial Flammarion. El libro de Truffaut se incorpora a la exquisita colección de cine publicada por la editorial, que incluye destacados libros de Robert Bresson, Werner Herzog, Lotte Eisner, Marguerite Duras y Jacques Rancière, entre otros.
Caza de conejos, Mario Levrero. Con ilustraciones de Sonia Pulido (El zorro rojo)
«Fuimos a cazar conejos. Era una expedición bien organizada que capitaneaba el idiota. Teníamos sombreros rojos. Y escopetas, puñales, ametralladoras, cañones y tanques. Otros llevaban las manos vacías. Laura iba desnuda. Llegados al bosque inmenso, el idiota levantó una mano y dio la orden de dispersarnos. Teníamos un plan completo. Todos los detalles habían sido previstos. Había cazadores solitarios, y había grupos de dos, de tres o de quince. En total éramos muchos, y nadie pensaba cumplir las órdenes». Durante más de tres décadas, mientras publicaba una docena de obras desperdigadas y casi secretas, el uruguayo Mario Levrero fue un escritor de culto. Tras su muerte, en 2004, el mundo editorial lo “descubrió” donde siempre había estado: entre los mayores escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Caza de conejos, con su humor absurdo y su insolencia, ocupa un lugar muy especial dentro de su trayectoria creativa: abandona de un salto el tono kafkiano de sus primeras novelas y estrena la libertad que le permitiría escribir los magistrales experimentos autobiográficos de su madurez.
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