En los relatos de Las dos ciudades (Metalúcida), Edmundo Paz Soldán pone a las palabras en el centro de la creación.
Por Patricio Zunini.
Dios-autor, Edmundo Paz Soldán regreso en los relatos de Las dos ciudades (Metalúcida) a aquello que «en el principio era el Verbo». La palabra crea la realidad, o mejor: la re crea. Ya el título del libro da la pista de una segunda versión, que puede ser falsa, mejorada o, por qué no, ambas. Entonces, la Ciudad Blanca pierde su historia de paredes inmaculadas en manos de anónimos poetas grafiteros; el más exitoso de los autores de crucigramas inventa un mundo de palabras inexistentes; un universo de libros fotocopiados ruega silencio. En la imaginación desbocada de Paz Soldán —más de 50 relatos en 170 páginas— hay una ciudad inexistente de seis millones de habitantes que todos los días deben trasladarse a otras ciudades vecinas para comprar pan, leche, ver una película o ir a la escuela. Para qué existe: