En esta tanda de videos imperdibles, una serie desencajada para almorzar a pura procastinación.
Por Valeria Tentoni.
Borges cantando tango en unos minutos que quedaron registrado en el documental Los paseos con Borges de 1977. Arranca con «El carrero y el cochero», de A. G. Villoldo, que puede escucharse en versión original acá.
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Alberto Laiseca actuando en El artista, película recomendadísima que protagonizó junto al músico Sergio Pángaro, ideada por esa dupla genial que componen Gastón Duprat y Mariano Cohn. En la misma película, como recordarán, aparecen León Ferrari y Fogwill-hubiese querido compartir esa escena, en el geriátrico, pero no la encontré on line.
Laiseca, como todos saben, también protagonizó las entregas de cuentos de terror por I-Sat. La cámara lo ama. «Yo nací con talento para varias cosas y tuve que elegir. Pude haberme dedicado a la física teórica, a la astrología. De hecho lo hice durante un tiempo y progresé mucho. Pero me dije que lo mío era la literatura y me dejé de hinchar las pelotas», dijo.
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Salvador Dalí en el programa de entretenimientos «What’s my line?», en el que los concursantes, con los ojos vendados, le hacen preguntas a las que responde con sí o con no para adivinar quién es el invitado.
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Thomas Pynchon en Los simpsons: apareció dos veces. Esta es la primera, en la decimoquinta temporada, y hubo otra en la siguiente. Matt Groening, fan del escritor, dijo que creyó que nunca iba a aceptar cuando lo invitaron. Pero aceptó y grabó esos audios.
Plop! John Cheever mandándole cartas de amor al padre de Susan, la novia de George Costanza en Seinfeld.
Muy bueno, Valeria, una pequeña observación: el amante de Cheever no es el tío de Susan, sino el padre. Es decir, ella, leyendo la carta en voz alta, se entera de que su propio padre era el amante de Cheever.
¡Ay! ¡¡Peormejor así!!
Solo toleraría el resplandor del nuevo día un poeta anarquista y desvelado, o un estoico preso cumplido y dispuesto a salir sin chistar, o un guerrero del suburbio, vencido y guardado entre rejas todavía, pero inexorable en sus designios de venganza para cuando viera otra vez la luz del día.