«Decir que Ribeyro era el mejor cuentista peruano ya era un lugar común».
Por Antonio Jiménez Morato.
La feligresía de Julio Ramón Ribeyro es más extensa de lo que pudiera pensarse. Cada día lo compruebo con mayor regocijo. Lo que sucede es que, como un correlato lógico a la personalidad de Ribeyro, sus admiradores son gente huidiza y esquiva, poco dados a elevar la voz o hacerse notar. Vila-Matas inventó una anécdota sobre él que recoge en «Perder teorías», y la afilió a sus diarios, «La tentación del fracaso», donde dicha historia no aparece por lado alguno, que no deja de arrojar una luz bastante exacta sobre cómo podría ser Ribeyro en persona. El relato, en realidad se trata de un cuento camuflado, habla de una visita a una capital de provincia francesa donde había sido invitado a un congreso literario. Ribeyro se sube al tren con los boletos que le remitieron, fue al hotel donde le habían notificado que estaba hecha la reserva, y nadie apareció para presentarse o indicarle a dónde debía acudir. Pasadas dos noches pagadas en el hotel, usó el billete de vuelta para regresar a casa sin que nadie lo echara de menos, lo buscara, ni le pidiera razón alguna de lo que hizo o dejó de hacer. Es más que posible que Ribeyro fuera ese tipo de persona. (más…)