Romina Bono entrevistó para el Cronista a Marcos Bertorello, autor de Porno:
Su obra muestra una serie de relatos que juegan con lo oculto, con algo que está latente en el aire pero hasta el final no se devela…
Entiendo que esa estructura – un texto que remite hacia otro texto que, por comodidad llamamos de una manera errónea como “fondo”- se juega en cualquier relato. Lo diría de este modo: siempre que se cuenta una historia, sin saberlo, se cuenta otra de la que nos enteramos al final. El psicoanálisis hizo de esta condición equivoca del lenguaje una posibilidad para encontrar la felicidad; la literatura, el medio para expresarse.
¿Cómo surgió la idea de “Porno”?
Fueron varias ideas. Y muchas de estas ideas quedaron en el camino. La principal, aquella que funcionó de motor de las diferentes historias, fue una idea relacionada con el relato y la pornografía. Es decir: no hay relato sin elipsis, y por lo tanto: cómo sería contar una historia en la que alguien se propusiera contarlo todo. Este imposible, este más allá, fue un poco lo que disparó muchas de las otras reflexiones que circulan por el libro.
Sobre el espectador-lector, usted le otorga un lugar de voyeur, ¿por qué?
Es cierto. En todo momento traté de establecer una relación cómplice y hasta un poco incestuosa con el lector. Tal vez esta sea la razón de esa presencia tan marcada y tan trabajada del tono coloquial. Es un libro en el que se habla mucho, hay muchas voces dando vueltas. No estoy seguro de saber la razón exacta de esta elección. Hay un poco de todo. A mí me gusta mucho hablar, soy un conversador nato. Además, me encanta escuchar conversaciones; sobre todo, de mujeres. Y por último, creo, hay un trabajo sostenido con el punto de vista.