Por P.Z.
¡Más es mía el Alba de oro!
Rubén Darío
Estoy rodeado de viejos vinagres
Luca Prodan
I
Los personajes de Memento mori superan -todos- los setenta años. Algunos se acercan peligrosamente al centenario. Ninguno, por ahora, pretende morir. Parecen haberse olvidado. Por eso, alguien se encarga de recordárselo: la primera en recibir el mensaje es Lettie Colston. «Recuerde que debe morir», le avisan por teléfono.
¿Cómo deben considerarse esas llamadas? ¿Son amenazas? Mejor: ¿serán llamadas reales o serán invenciones de la vieja (y luego, los viejos)? ¿Cómo debería actuar la policía?
La llamada abre una novela increíble: Muriel Spark consigue que uno no le quite la atención a toda una troupe de viejos gruñones, cascarrabias, egoístas. Son como chicos caprichosos irritados por antiguas rencillas que – tal vez por eso de que las enfermedades de la senilidad borran la memoria a corto plazo y retrotraen el tiempo-lejos están de ser olvidadas.