Orhan Pamuk, que recibió el Premio Nobel de Literatura 2006, explora en El novelista ingenuo y el sentimental (De Bolsillo) la manera en que las novelas reflejan el mundo.
Por Patricio Zunini.
Cuando un escritor presenta una guía de lecturas, lo que hace tácitamente es señalar la manera que espera ser leído. En cuando a Orhan Pamuk y su libro El novelista ingenuo y el sentimental (De Bolsillo), el planteo ni siquiera es tácito. El volumen recopila las seis conferencia más un epílogo que el escritor turco dictó en la Universidad de Harvard durante 2009 y que, a través de Anna Karénina, Guerra y Paz, Los hermanos Karamazov, sus propias novelas, etc., tenían por objeto establecer la importancia de la novela.
Los encuentros se inician con una frase romántica y también un poco cursi: «Las novelas son segundas vidas». Y luego sigue: «El hecho de que esas segundas vidas puedan parecernos más reales que la realidad significa a menudo que sustituimos las novelas por la realidad, o al menos que las confundimos con la vida real. (…) Empecemos recalcando que el arte de la novela reside en nuestra capacidad para creer simultáneamente en estados contradictorios». La cita pertenece al artículo “Lo que hace nuestra mente cuando leemos novelas”, en donde Pamuk enuncia con calidez y brevedad el conjunto de estrategias del lector ante un libro y que podría dar como conclusión el consabido hecho de que la escritura es una actividad que se completa al ser leída.