Por P.
Tenía pensado dejar de escribir acerca de Levrero, y si podía, también dejar de leerlo por un tiempo. Pero cualquier excusa es buena en lo que a mi respecta para internarme en el mundo del gran Mario, y un comentario a un post de ayer, firmado por Bella-tin, me «forzó» a releer Dejen todo en mis manos, una novelita corta que había leído un par de veces, y a pesar de ello, no recordaba tan bien para poder dar una respuesta a su pregunta, que por otro lado no era tan compleja. Él/ella -a Bella-tin me refiero- afirmaba que con el final de la novela sintió que Levrero le estaba mintiendo. Debo decir que el final me pareció un tanto apurado, bastante irreal para lo que la novela venía contando, por lo que si a eso se refería, coincido con su comentario; el final no me gustó, y también sentí que no era real -no me animo a afirmar que Levrero me mienta, me da miedo que se enoje!
Cuando ayer por la noche agarré Dejen… y hoy la terminé, la leí con el convencimiento que Bella-tin había sentido que Levrero le mentía en toda la novela y ahí sí que no coincidía con nuestro/a comentarista. Creo poder afirmar que en esta novela hay, como en casi todos sus escritos, un Levrero puro y duro. Como en casi toda su obra, la novela está escrita en primera persona, y no tengo ninguna duda que el protagonista -un buen escritor sin éxito- es el mismísimo Mario Levrero, obviamente ficcionado. Podemos ver el pensamiento de Levrero en la primera página, cuando en una reflexión del protagonista, leemos:
Podía habérmelo imaginado, porque sé desde hace unos cuantos años que mis novelas pertenecen a esa clase; buenas, pero…. Los críticos se esfuerzan por clasificar mi literatura como perteneciente a tal o cual categoría, pero los editores son más realistas, y unánimes; hay una sola categoría posible para mi literatura: buena, pero……
Claramente un problema que sufrió el uruguayo a lo largo de su vida, la publicación despareja de sus escritos, a pesar de ser considerado un buen escritor.
En Dejen…. el protagonista acepta por parte de su editor encontrar a Juan Pérez, alguien que envió una novela a la editorial -y que gustó mucho- pero sin remitente. A partir de este encargo, el escritor emprende un viaje a un pueblo del interior del Uruguay -Penurias- en donde pasa unos días intentando dar con este personaje. Allí vive situaciones «típicamente levrerianas»: encuentros con mujeres y sus derivas, menciones a hormigas, ubicaciones geográficas imprecisas, situaciones kafkianas, pensamientos agudos («Uno le cierra la puerta al dolor, y por el mismo acto también al placer y a todo lo que hace que la vida valga la pena de ser vivida») y mucho más que lleva su sello. Y por sobretodo: humor; hay en la novela una dosis permanente de humor, característico en Levrero, pero en este libro creo que es donde más presente está de toda su obra. Me encontré sonriendo en muchos pasajes, y en más de uno mi sonrisa fue sonora, cosa rara en mí.
En definitiva, e intentando no contar más del libro para que lo puedan disfrutar, concluyo que concuerdo con Bella-tin en cuanto a su apreciación del final, pero creo que eso no empaña en nada este hermoso librito, que se disfruta tanto por la historia, pero sobretodo por la escritura (o lectura de su escritura) misma.
Y contestando a las otras preguntas de Bella-tin, yo aconsejo que releas el libro dentro de un tiempo, y te acerques -entendiendo que ya leíste su producción autobiográfica- a sus cuentos que son, a mi entender, lo mejor de su ficción.
Gracias P. Prometo acercarme a los cuentos y hacerte un comentario despues.
«Dejen todo en mis manos» esta muy bien…hasta el final. Sigo sosteniendo que me parece mentiroso. No le creo ese encuentro con la esplendida chica de letra gorda que fue capaz de transcribir una novela ( la mejor que leyo segun el protagonista) de boca de su abuelo ciego, ex-militar con hijos tupamaros, rechazador de pensiones estatales. No es demasiado?
En un momento el protagonista recuerda que su compañero de colegio, Piolin, le dijo que el sabia quien habia escrito el libro. Fantasie con un final mas abierto, en donde el protagonista se embarca en el mismo micro pero rumbo hacia lo de su odiado compañero para arrancarle una respuesta.
Pero en vez me tuve que comer la mano de levrero-protagonista sobre la mano de la chica de letra gorda! Fue demasiado…
Estoy enojada.
Vuelvo a la «Novela Luminosa». Voy hacia los cuentos.
No se enoje Bella-tin, son sólo las 2 últimas páginas del libro! Concuerdo con la apreciación de que el final es malo, pero vuelvo a sostener que eso no arruina el libro. Las otras 118 páginas son deliciosas. Cuantos libros con finales buenos hay, que son un bodrio….
Le doy la derecha que el final que ud. imaginaba hubiera estado mejor, pero bueno, alguna falla tenía que tener el gran Mario!!
Siga con la Novela Luminosa, y si consigue La maquina de pensar en Gladys, no dude en comprarlo y leerlo, tiene algunos cuentos magistrales. Otro buen librito de el es Nick Carter……
Le dejo un link a otra reseña en donde le da la razón a ud., y no se enoje con Levrero.
P.
[…] voy a aburrir hablando bien y más bien y mejor y superlativamente del gran Mario. Ante el precio un poco elevado para […]
[…] hace ya unos años, cuando AH comenzó a rescatar la obra del gran Antonio (perdoname gran Mario), un amigo me regaló Zama y me dijo que era el libro que más lo había impactado en los […]
Googleo a Levrero y Dejen todo en mis manos. Doy con este sitio. Leo la entrada. Y no, no estoy de acuerdo con Bella-tin: Levrero no nos engaña. El final me parece perfecto. No apurado. Preciso. ¿Se podía acabar de otro modo? No. Curioso. Escribo sobre Levrero y sale el nombre de Di Benedetto, otro fundamental, otro verdadero: Zama, qué gran novela, tan desatendida. En fin. Saludos.