Alejandro Zambra habla de Facsímil (Eterna Cadencia Editora): “En Facsímil está la pregunta sobre cómo esas estructuras te marcan: la ilusión de una respuesta única y correcta, la retórica de las opciones, de los distractores, de lo verdadero y lo falso, ese juego complejo y rudo, profundamente ideológico, de exclusiones e inclusiones”, dice.
Por Patricio Zunini. Foto: Mabel Maldonado.
Durante casi 40 años, los estudiantes chilenos que querían entran en la universidad debían rendir una Prueba de Aptitud Académica, un examen que uniformaba el proceso de ingreso. La PAA constaba de dos partes que se presentaban con el nombre genérico de «facsímil»: la prueba de aptitud verbal (75 preguntas) y la de aptitud matemática (60 preguntas). Cada una era una extensa sábana de preguntas multiple choice: «No había que escribir, no había que opinar, no había que desarrollar ninguna idea propia: solo teníamos que jugar el juego y adivinar la trampa», escribe Alejandro Zambra casi en el final de Facsímil. El libro, recién publicado por Eterna Cadencia Editora, recrea en clave paródica la prueba de aptitud verbal. Se mueve entre géneros, con una cierta reminiscencia a los antipoemas de Nicanor Parra, borrando los límites entre novela y poesía. Facsímil es una crítica mordaz al “entrenamiento” de los estudiantes al tiempo que una descarnada introspección personal.