«Se puede enseñar a leer. Se puede, incluso, y con horrendos resultados, obligar a leer. Pero el placer de leer se adquiere solo. Se ama o no se ama leer.»
Por Virginia Cosin.
No sé cuándo compré ese librito. Sé que fue hace mucho, yo tendría unos veinte años. En ese momento y a pesar de que es verdaderamente breve, solo leí las primeras páginas. Después fue a parar a la biblioteca conyugal de donde lo rescaté y, esta vez sí, leí completo. Como muchos de los libros que luego formaron parte del desembalaje post separación éste ostenta distintos tipos de subrayados. Unos están hechos con lápiz y el trazo es leve, como si quien presionó la mina contra el papel hubiera sobrevolado el texto mientras subrayaba. Otros –los míos, claro- están hechos con fibra o lapicera, mucho más irregulares y desprolijos.